jueves, 24 de noviembre de 2016

Ventajas de viajar en tren, una novela "majareta" para defendernos de la realidad

No hay otra manera de comenzar hablando de una obra más que por el principio. Y eso bien lo sabe Antonio Orejudo que comenzó su Ventajas de viajar en tren estableciendo ese pacto con el lector desde la primera palabra de la novela Imaginemos a una mujer….. Primero nos presenta la escena y luego ese personaje engañoso nos pregunta, ¿Le apetece que le cuente mi vida? o lo que es lo mismo, el autor nos dice ¿Quiere seguir leyendo? ¿Aceptas el pacto?

Así es como conocemos a Ángel Sanagustín, un hombre joven, de nariz prominente, ojos saltones y alopecia prematura. Psiquiatra en la clínica donde la mujer ha ingresado a su marido, empieza a hablarle sobre la esquizofrenia y es así como los relatos se van enlazando unos con otros, tratando temas diversos como la pornografía infantil, la perversión sexual, tráfico de órganos, el afán de los editores por ganar dinero en lugar de publicar literatura de calidad, etc.

Es una novela que, haciendo un análisis con la hondura, el rigor y la sensibilidad (p. 74) que merece, nos ha gustado mucho. Ventajas de viajar en tren es una novela con mucho humor, una novela paranoica, que juega con los límites de la ficción y la realidad. Un tema para nada experimental, como lo ha querido catalogar alguna parte de la crítica. Por el contrario, esta novela sigue a Cervantes en todo momento, tal como el propio Orejudo declaró en nuestro encuentro, “es un plagio en cierta medida de El casamiento engañoso y El coloquio de los perros. En este sentido, todos los personajes de la novela son engañosos, tienen una doble vida y nada es lo que parece, hasta el personaje más insignificante como Manuel resultó ser veterinario en lugar de psicólogo.

Y por si fuera poco, además de engañosos, los personajes de esta novela también son lectores paranoicos que nos advierten de los efectos calamitosos que provoca la lectura de la ficción. La carpeta roja puede leerse, en este sentido, como un manual de advertencia en contra de la literatura: la historia de un hombre al que la literatura le gusta más que la realidad y vive encerrado en una suerte de bovarismo o, el hombre que solo había conocido el amor a través de los libros y la pornografía y no sabe que la realidad se teje con otras reglas, distintas a las que rigen nuestra imaginación. No podemos olvidar que Martín Urales de Úbeda, no es sólo el escritor de lo que en principio parecen informes psiquiátricos, también es un lector que, como Don Quijote, no puede dejar de leer, pues “leía hasta los papeles rotos que encontraba en la basura”. Esta manía de leerlo todo a través del pacto ficcional se proyecta desde Helga Pato hasta el último personaje de la novela.  Siempre se ha insistido en que la novela, la ficción, tiene que parecer real. Muy al contrario, esta novela declara desde el principio su construcción engañosa, aunque estoy segura de que detrás de tanta mentira se esconde alguna verdad, como diría nuestro querido escritor Ricardo Piglia:

narrar es como jugar al póquer: consiste en decir la verdad cuando parece que se está diciendo la mentira

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